miércoles, 15 de diciembre de 2010

Zonas de inmunidad

Francisco Cuamea

Texto publicado por el semanario Ríodoce el lunes 13 de diciembre de 2010


CULIACÁN, Sinaloa._ Fernando Valenzuela Sepúlveda fue asesinado con descargas eléctricas. A Jesús Enrique Tirado Zataráin le dieron siete disparos hasta matarlo. El cuerpo sin vida de Jesús Manuel Ruiz Bejarano tenía cuatro impactos de bala cuando lo analizaron los forenses.

Los tres eran médicos y pertenecían a un gremio que ha sido golpeado por la violencia en Sinaloa, así sea en una sala de urgencias, pública o privada, en sus consultorios o hasta en ambulancias.

En el sexenio de Jesús Aguilar Padilla, que está por expirar, un total de 24 integrantes de la comunidad médica han sido asesinados y otros tantos más han sido agredidos, como es el caso más reciente del otorrino Alfredo Mascareño Gaxiola, quien fue herido de gravedad el lunes 8 de noviembre.

Médicos generales, gastroenterólogos, ginecólogos, terapistas, quiroprácticos, dentistas, enfermeras y paramédicos, han sido víctimas mortales de la barbarie que en números supera los 2 mil homicidios, acumulados desde enero de 2005 a la fecha.

Y ante la vulnerabilidad e impunidad, como en las guerras, ahora optan por pedir que se consideren zonas de inmunidad aquellas donde se otorgan servicios de salud.

Alejo Niebla Serrano, presidente de los colegios médicos de Sinaloa, sabe que es difícil pedirles a los asesinos un código de ética para que respeten a los trabajadores de la salud, por tanto, apela al “tacto”, al criterio de pensar que “si hoy es ese, mañana me puede tocar a mí”.

—¿Le piden una tregua a los delincuentes?
—Más que una tregua es generar zonas de inmunidad, por ejemplo, como la Cruz Roja, como las salas de urgencia, como los hospitales. Decir, “el que llegó, ya déjenlo ahí, por favor”.

“¿Por qué no inmunidad?”: Niebla Serrano

La vulnerabilidad e impunidad han convertido el día a día de las personas que trabajan en el área de salud en jornadas de tensión, ya que no solamente temen ser asesinadas, sino que constantemente son amenazadas y agredidas durante el ejercicio de su profesión, desde la advertencia velada de sufrir consecuencias si las cosas salen mal, hasta atender a alguien con una pistola en la cabeza.

La especialidad de Niebla Serrano es la siquiatría, quizá por ello contextualiza su charla con los desequilibrios mentales y las frustraciones.

“Hay una sicosis muy profunda. Realmente hay una frustración en el desempeño de la profesión. Hay una frustración porque la mayoría de nosotros somos médicos de vocación. ¿Por qué nosotros que estamos hechos para ayudar, por qué no podemos tener inmunidad? Ya ve lo que pasó en la Cruz Roja. ¿Por qué no tenemos inmunidad en ese sentido?”, cuestiona.

—¿Quién debe generar esas zonas de inmunidad?
—Yo creo que podemos nosotros argumentar, como prestadores de servicio, a quien sea, y eso lo hemos dicho abiertamente, nosotros jamás vamos a hacer un distingo de manera profunda y de manera humanitaria de asistir a quien sea y donde sea, sin tener miedo a que te vayan a hacer algo, por eso nosotros como médicos deberíamos de decirle que toda la gente, a cualquier gente, a lo que se dedique: “señores, bueno respeten eso, por lo menos”.

El 1 de marzo, Genoveva Rogers Lozoya, radioperadora de la Cruz Roja Culiacán, murió al interior de las instalaciones al ser baleada por unos individuos que intentaron asesinar a otra persona.

Siete meses más tarde, el 26 de octubre, un comando irrumpió de nuevo en la Cruz Roja de Culiacán, y frente a más de 20 policías, privó de su libertad a un herido que era atendido.

Historias negras sin fin

El 17 de diciembre de 2008, el doctor Esteban Nidome Atondo atendía a una paciente en su consultorio ubicado en la colonia Industrial El Palmito.

Dos sujetos armados entraron y lo asesinaron. Tenía 52 años. La joven de 25 años que era atendida fue herida en un tobillo. Tenía entonces cinco meses de embarazo.

El 1 de noviembre de este año, dos asesinos irrumpieron en la sala de urgencias del Hospital General de Culiacán. Uno de ellos ubicó a su víctima, un presunto camionero de nombre Jesús Espinoza Beltrán, y le disparó dos tiros en la cabeza (Noroeste 2 de noviembre de 2010).

Historias como las descritas han sido constantes:

“(La violencia) ha rebasado más de lo que estamos acostumbrados a ver y ya el cáncer ha alcanzado hasta a los que no nos dedicamos a una actividad delictiva. Y ahí van incluidos reporteros, medios, van incluidos médicos, licenciados, abogados. ‘Todo mundo’. Y del gobierno ni se diga, están más expuestos a ser corrompidos por el medio”, dice el presidente de los colegios médicos de Sinaloa.

—¿Dónde es más peligroso, en la sierra o en la ciudad?
—Es igual. En la sierra, lo único que puedes decir es que estás solo, pero a veces los pobladores todavía pueden ser más protectores de ti que aquí mismo, porque la ciudad es impersonal, aquí no tienes a alguien muy cercano que te apoye. Y en el rancho no, en el rancho la misma población dice, “oye, porque no te calmas, fíjate que el médico nos sirve aquí”, y la misma población te protege.

Impunidad que frustra

La justicia para su gremio no es algo que los médicos vean cerca.

Al contrario, han encontrado un muro de impunidad para las víctimas y de las autoridades responsables no han recibido la atención debida.

Con más de 6 mil homicidios y un índice de impunidad del 95 por ciento, la demanda de justicia es demasiado alta.

—En el caso de los médicos asesinados, ¿qué le ha dicho la autoridad estatal? —se le pregunta a Niebla Serrano.
—No hemos tenido contacto para un seguimiento de las investigaciones, y es parte de lo mismo. Por ejemplo, hubo una manifestación para pedir solución del caso de Guadalupe Castro Castro (otro doctor asesinado), hubo marcha y a la fecha no hay una solución del caso. Y así, en cada uno de los casos no ha habido solución. Así como sucede con los demás ciudadanos, hay una impunidad en los eventos y pues eso alienta la ejecución de esas acciones delictivas y el grado de diferentes manifestaciones de violencia: robo, secuestro, asesinato, es un torbellino de violencia lo que estamos viviendo.

El 14 de julio, el doctor Jesús Manuel Ruiz Bejarano se encontraba en su consultorio ubicado Estación Obispo, de la sindicatura de Emiliano Zapata.

Al mediodía, sus 52 años de vida terminaron. Fue asesinado. Le dispararon en seis ocasiones. Cuatro fueron los impactos que recibió.

Los médicos de Sinaloa decidieron no callar. Así, en agosto, en un hecho inédito, salieron a dar una conferencia de prensa para exigir un alto a los ataques contra integrantes de su gremio.

Tres meses después obtuvieron su respuesta. El otorrino Alfredo Mascareño Gaxiola sufrió un atentado casi al llegar a su domicilio, en Las Quintas. Salvó su vida, pero a la fecha su pronóstico es reservado.

“Es sumamente frustrante que nosotros, pasen y pasen cosas, y que no encontremos eco en cuanto a que nos tomen en cuenta”, expresa Niebla Serrano.

—¿Cuál es la reflexión?
—En este caso los médicos están para ayudar a ‘todo mundo’ de manera incondicional y yo creo que, por lo tanto, sí se merece un respeto; obviamente, nosotros como seres humanos no estamos exentos de haber cometido errores, sin embargo, existen procedimientos para ser castigados. Yo creo que la justicia por propia mano no debe ser un recurso, creo que si alguien tiene que quejarse de un médico hay los canales adecuados para ello. Siempre ha existido eso.

MATAR A QUIEN PROCURA LA VIDA


En el sexenio de Jesús Aguilar Padilla, 24 profesionales de la salud han sido asesinados. Los casos aumentaron en un 40 por ciento la segunda mitad de su mandato.


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