martes, 24 de mayo de 2011

Narcocorridos: “Prohibir es promover”

Francisco Cuamea

Texto publicado en el Semanario Ríodoce (riodoce.com.mx) en la edición 22-28 de mayo.


Pareciera una vieja ley del sentido común, pero el “decreto Malova” contra narcocorridos indica lo contrario.

Lo prohibido cautiva, seduce, genera interés. Despierta morbo, dice la vox pópuli.

Pero no solo es conocimiento popular, sino que la atracción por lo prohibido es una reacción humana demostrada por la psicología, en particular, por la psicología social.

Tomás Guevara Martínez, coordinador del Laboratorio de Estudios Psicosociales de la Violencia de la Universidad Autónoma de Sinaloa, explica que existe un fenómeno llamado efecto de la denegación, el cual consiste en prohibir algo y que el resultado sea exactamente el contrario del que se espera con la medida restrictiva.

El 2 de mayo, el gobierno de Mario López Valdez publicó en el Periódico Oficial El Estado de Sinaloa, el decreto en el que, entre otros, condiciona en su artículo 16 la revalidación de licencias de alcohol a la no proyección de narcocorridos. “Constancia que expida la Dirección —dice la fracción VI— de que en ese establecimiento no se haya vendido, exhibido, expuesto y/o reproducido música, videos, imágenes y/o espectáculos artísticos tendientes a enaltecer criminales, conductas antisociales y/o actividades ilícitas, durante el periodo comprendido desde Ia fecha en que se revalidó su licencia por última vez, hasta la fecha de la nueva solicitud de revalidación”.

Además de que los gustos no cambian por decreto, Guevara Martínez advierte que con esta medida podría aumentar aún más el interés por los narcocorridos.

“No hay nada que cautive más, no hay nada que llame más la atención que lo prohibido”, comenta.

—¿Prohibir es promover?
—Prohibir es promover, desde la perspectiva de la psicología y la psicología social. Esta disciplina ha estudiado que aquello que se prohíbe termina por convertirse en una promoción.

Los narcocorridos han mutado y han pasado de ser relatos de hechos a promociones del delito, del asesinato, del enfrentamiento… pero prohibirlos no es la medida indicada, acota Guevara Martínez.

“Si la idea es que con la prohibición la gente deje de escucharlos, yo creo que lo que va a pasar es que los van a dejar de tocar en los lugares públicos, pero eso no va a evitar que la gente encuentre otras formas, incluso, mucho más a la mano para oír ese tipo de música, además, con más ganas, pues, porque yo quiero saber qué tiene eso que lo están prohibiendo”, expone.

—¿Es más como una promoción?
—Claro, el efecto de la denegación, al decir que el resultado es contrario, quiere decir que, si yo lo que quiero es que no se promueva, el efecto contrario es que va a haber una promoción.

Como ejemplo de ello, rememora el sexenio de Francisco Labastida Ochoa (1987-1992).

“Labastida mandó hacer estudios asociados sobre los problemas de la entidad, entre ellos la violencia. Llegaron a la conclusión de que los narcocorridos ejercían una influencia muy fuerte en el culto a los narcotraficantes y que entonces si se prohibían aquellos en los que abiertamente hacían apología al criminal, seguramente esto iba a disminuir el culto a esas personas”.

Entonces, dice, se enlistaron cerca de 190 narcocorridos y se acordó con las radiodifusoras que no se programaran.

“Los Tigres del Norte sacaron 12 ó 13 canciones que incluía la lista de Labastida y al disco le puso Los Corridos Prohibidos (editado en 1989). Al año, los Tigres del Norte recibieron el disco de platino en Los Ángeles por récord de venta”.

La agrupación norteña de Rosamorada, Mocorito, repetiría la hazaña, pues en 2007 sacó al público la edición especial Herencia Musical: 20 Corridos Prohibidos, el cual alcanzó la primera posición en ventas, dentro del chart Regional Mexican Albums de la revista Billboard.

“Según las autoridades, la censura está calificada, pero algunas veces esta es errónea, así que creo debería haber un balance. Esas autoridades que prohíben las canciones, telenovelas o películas que, ellos consideran, exaltan a narcotraficantes, deberían hacer también una ley que justifique con razones válidas por qué no deben ser difundidas. Yo creo, que la realidad que se vive en México no se puede ocultar”, dijo el lunes Jorge Hernández, vocalista de los Tigres del Norte.

Desde el Laboratorio de de Estudios Psicosociales de la Violencia de la UAS, Guevara Martínez y su equipo conformado por 45 estudiantes, se han adentrado al fenómeno violento desde la perspectiva de la identidad.

Su aproximación al tema hace que sus argumentos fluyan y fluyan.

“Ahora esto de la prohibición: a mí me parece que sería entonces la salida menos indicada. Creo que hay otras formas. A mí me preocupa mucho que las medidas oficiales que se están tomando en torno a la violencia como este asunto del narcocorrido vayan más a atacar la parte de las consecuencias y no a la parte de las causas”, advierte.

“El culto al narcocorrido es una consecuencia de la situación que estamos viviendo no una causa. Tenemos que ver porqué los jóvenes prefieren oír eso que otro tipo de música”.

—¿El éxito del narcocorrido no fuera tal si no hubiera impunidad?
—Sí porque la impunidad tiene muchas formas de manifestación, no solamente es la corrupción de dejar hacer dejar pasar, sino también la incapacidad en el cumplimiento de la responsabilidad, que es la parte que yo creo que no entiende el Gobierno en México. Hoy lo hace el gobernador pensando en que va a tener un efecto positivo en la sociedad. Yo creo que el gobernador no tiene ni idea de cómo piensa la sociedad, porque yo estoy seguro que la respuesta de los grupos sociales va a ser de enojo. Los gustos no cambian, el gusto por comer algo, por oír algo, cierto tipo de música no cambia solo porque alguien me lo prohíba.

Para conocer las causas requiere trabajo de investigación, observa Guevara Martínez, porque el primer paso para conocer un problema es indagar las dimensiones exactas y eso lo hace, por ejemplo, la ciencia.

“No se ha hecho. Se piensa más en el impacto”.

Y ahora Malova quiere que la prohibición de narcocorridos se extienda a nivel nacional.

¿Irán contra Internet?

—8 MILLONES 614 MIL 998 VECES ha sido visto el video oficial Los Sanguinarios del M1, sin contar los no oficiales que también rebasan el millón.
—2.7 MILLONES DE HABITANTES tiene todo el estado de Sinaloa, de acuerdo con el censo del INEGI 2010.
—3.4 MILLONES DE HABITANTES tiene todo el estado de Chihuahua, de acuerdo con el censo del INEGI 2010.



Censura sin sustento

Con 10 años de investigación sobre narcocorridos, Anajilda Mondaca Cota asegura que, a la fecha, no hay sustento que demuestre que estos inciten a la violencia o conviertan al que los escucha en delincuentes.

Investigadora de la Universidad de Occidente y actualmente doctorante en Estudios Científico-Sociales por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, opina que los narcocorridos tienen más de 40 años de existir como tales, por lo que el “decreto Malova” no influirá a quienes quieran ejercer la violencia.

“Me parece que es una medida que tampoco va a tener el efecto que se espera; que eso no va a mover ni un ápice siquiera a los que intenten caer en actos de violencia”, expresa.

“La base de toda violencia y de todo el problema que estamos padeciendo más bien tiene su base en la corrupción y la impunidad. La corrupción te atrae violencia, la corrupción te atrae desconfianza, la corrupción atrae miedo, atrae impotencia y conduce a la violencia”.

Autora del ensayo Las mujeres también pueden. Género y Narcocorrido, comenta que hay algunas versiones que indican que las primeras prohibiciones comenzaron a ejecutarse en el momento en que los narcocorridos empezaron a cantar las complicidades de los criminales con el Gobierno.

Ahora se condiciona la revalidación de la licencia de alcoholes a aquellos lugares que no reproduzcan canciones de narcos, pero seguirán tocándose en todas partes, advierte Mondaca Cota.

“Dime en qué esquina no encuentras la venta de discos, en Internet, en la televisión abierta, en la televisión privada, en las fiestas particulares, donde quiera la escuchas, ni se diga en las rocolas. En centros comerciales me ha tocado escucharlos, en una zapatería, en un lavado de carros”.

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