jueves, 17 de febrero de 2011

"Ahora cualquier pendejo mata"


Francisco Cuamea
Publicado en el semanario Ríodoce el 13 de febrero

En algún punto entre San Pedro Garza y el aeropuerto de Monterrey, Xóchitl Gálvez Ruiz exclama casi con impotencia: “¡Ahora cualquier pendejo mata!”.

Va en el taxi que la conduce a su vuelo hacia la Ciudad de México. El vehículo es conducido a 120 kilómetros por hora por un coahuilense de 60 años.

El resto de los conductores se enfila a su trabajo, a su casa, a cualquier parte sin que les sea posible escuchar a Xóchitl, la de ascendencia otomí, la que formó parte del gabinete de Vicente Fox, cuando dice que la impunidad y la corrupción son la causa de la violencia extrema de este país.

El taxista sí puede escuchar la charla. Lo hace discretamente. Oye cuando la ex candidata al Gobierno de Hidalgo en las elecciones del año pasado acusa que la situación empeoró cuando la clase política se asoció con el narco.

“Yo creo que la pobreza no es lo que genera la violencia. Lo que genera la violencia generalmente es la impunidad”, rebate la tesis contraria.

Gálvez Ruiz asistió el miércoles 26 de enero a San Pedro Garza García para participar en una mesa de trabajo en la que se delinearon estrategias para presionar la aprobación de las candidaturas independientes.

Convocada por Evolución Mexicana, a la reunión asistieron 27 Organizaciones de la Sociedad Civil de Nuevo León, Coahuila, Hidalgo, Tamaulipas y Sinaloa, entre otros.

“Es un derecho ciudadano, es un derecho humano fundamental el que una persona pueda votar y ser votada, y hoy eso no es una realidad. Porque hoy solo si perteneces a un partido político o si se le antoja a un partido político hacerte su candidata o candidato lo puedes ser”, expone.

El taxi pasa por el Parque Fundidora. Se ha perdido de vista el Cerro de la Silla.

“Hay una descomposición brutal del país”

Los usos y costumbres obligaban a Xóchitl a casarse a los 16 años. Ella no quiso eso para ella y escapó de su pueblo Tepatepec rumbo a la Ciudad de México, rebelándose contra la despersonalización que le imponía su cultura.

La primera noche en la capital del país durmió en la central de autobuses y, al siguiente día, comenzó la aventura que a lo largo de casi 32 años la ha llevado a la fundación de su propia firma de consultoría High Tech Services, empresa dedicada al desarrollo de proyectos de alta tecnología como edificios y áreas inteligentes, proyectos de ahorro de energía, automatización de procesos y telecomunicaciones.

Durante ese trayecto también ha sido directora general de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas en la administración foxista, así como la primera mujer mexicana en ser reconocida por el Foro Económico de Davos, en Suiza, como uno de los 100 líderes globales del futuro del mundo.

Pero principalmente, Gálvez Ruiz es conocida por ser una zistemä, una rebelde, como se diría en lengua hñähñu.

Ahora, mientras se dirige al Aeropuerto de Monterrey, comparte un diagnóstico del país nada apto para optimistas.

“Hay una descomposición brutal del país, ese es mi diagnóstico; no sé por dónde empezar a corregirlo”, asevera.

Para la ingeniera en Computación por la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, el presente del país tiene qué ver con cosas que se hicieron muy mal en el pasado.

“Fuimos un país extremadamente permisivo en el tema de la corrupción. Pensamos que se roba, pero salpica; a mí no me den, póngame donde hay. Era algo que no pasaba nada”, describe.

“Lo que hizo grave esta corrupción al grado de la violencia que estamos viviendo en este momento, tiene que ver cuando la clase política se asocia con el narco. No sólo era que se robaran el 10 por ciento de la obra pública, el problema es cuando ya se vuelven cómplices del narco y son parte del gran negocio que implica el narco”.

Ve responsabilidad en una parte de la clase empresarial, pues permitió la descomposición mientras recibía beneficios.

Piensa que ante ese escenario el priismo no hizo los cambios necesarios para castigar y empezó a crecer la enorme impunidad.

“La impunidad fue lo que más grave se volvió en el país; entonces, la gente dijo: matar, no pasa nada. No te agarran no te meten a la cárcel, y ahora cualquier pendejo mata so pretexto del narco, y yo te aseguro que la mayor parte de crímenes no tiene nada qué ver con el narco, pero ante esos niveles de impunidad a la gente se le hizo fácil delinquir”, expresa.

Las consecuencias de las omisiones del pasado en el diagnóstico de Gálvez Ruiz son un presente con una escalada de violencia que nadie contiene porque hay policías corruptas, porque al Gobierno federal no le alcanzan los elementos de la Policía Federal para cubrir todos los frentes.

“Estamos gastando miles de millones de pesos en seguridad que podríamos estar gastando en política social; yo veo al PRI con una ambición desmedida de volver, y que no le importa a costa de qué, no le importa si es con despensa, no le importa si es comprando el voto, no le importa si es sobornando a las televisoras, pagando dinero público a las televisoras”, expone y respira profundamente para tomar aire.

—La clase política está corrupta, infiltrada por el narcotráfico, ¿qué opinión tiene?
—Yo pienso que la manera como hoy se ganan las campañas, a base de recursos económicos, se presta a que si no hay dinero del narco haya dinero de empresarios que a cambio de obra pública coaccionan a los gobernadores, pero sí creo que un problema grave es que el dinero se ha convertido en un factor fundamental del triunfo, ante eso creo que cualquier pendejo que tenga dinero nos va a gobernar.

Frustración por una felicidad material

Xóchitl Gálvez proviene de una familia pobre del Valle del Mezquital en Hidalgo.

Luego del éxito profesional, creó en 1995 la Fundación Porvenir, cuyo objetivo es combatir la desnutrición materno-infantil de los grupos indígenas de México.

Ello le valió que en 1999 haya obtenido el Reconocimiento al Compromiso con los Demás, otorgado por el Centro Mexicano para la Filantropía.

Quizá por eso habla con seguridad cuando se abordan temas como el dinero, pobreza o violencia

—En este país el dinero tiene que ver con dos problemas muy importantes: la falta de dinero tiene que ver con la violencia y la ambición desmedida tiene que ver con la corrupción y la violencia, ¿no lo ve así?
—Yo vengo de una familia de muy escasos recursos, pero nunca te planteaste ni por equivocación hacerte de dinero mal habido. Había una estructura de principios y de valores éticos en la comunidad donde nadie veía mal vivir con lo necesario, nadie se preocupaba si su casa era de adobe, o si su casa era humilde o si sus hijos solo tenían un par de zapatos.

Yo creo que más bien, esta visión de la felicidad que nos han querido vender, tiene que ver con la posesión de cosas materiales y ahí ya viene una bronca porque entonces, cuando jóvenes de áreas marginadas se dan cuenta que no pueden poseer eso que llamamos bienestar, eso que llamamos felicidad, que es tener un coche del año, vestir ropa tal, o traer un celular, o traer tal cosa, pues entonces viene la disyuntiva de obtenerlo de manera fácil, porque hemos roto un código de valores.

Si nuestros políticos roban y nadie les dice nada, pues entonces con qué autoridad moral imponen la ética en sus comunidades.

“Entonces, yo creo que el problema grave que tenemos es la falta de autoridad moral en nuestra clase política”, asienta.

Ante su diagnóstico ve luz. Cree que lo que en este país se requiere es retomar el camino. Apostarle a la educación, a los valores cívicos.

“Pero eso tiene que pasar por una clase política que se conduzca con ética”, acota.

—¿Y usted se considera ciudadana o política?
—Yo me considero una ciudadana que hace política. En general, los ciudadanos hacemos política. Lo que no me considero es una política que viva de la política. Yo tengo mi propia empresa de ingeniería y de construcción en la Ciudad de México, y ese es mi modus vivendi.

Impunidad causa violencia

Durante su campaña a la gubernatura de Hidalgo del año pasado, Gálvez Ruiz sufrió dos amenazas, presuntamente del crimen organizado.

“Ya bájele”, le mandaron decir una vez a través de una persona de su equipo y la otra por un mensaje escrito.

Incluso, en junio de 2010, decidió sacar de Hidalgo a sus dos hijos y familiares cercanos, tras sospechar de un intento de secuestro contra una tía.

—Hay dos tesis en este país sobre el origen de la violencia, la pobreza y la otra, la impunidad y corrupción.
—Yo creo que la pobreza no es lo que genera la violencia. Lo que genera la violencia generalmente es la impunidad. Y obviamente la pobreza puede ser un caldo de cultivo para que los pobres se involucren en actividades ilícitas, pero generalmente no son los violentos.

Sí es factible que en una comunidad indígena de la montaña de Guerrero se cultive amapola, y que llegue el Ejército y detenga a tres, cuatro indígenas que cortaban amapola, cuando ellos lo que hacían era una forma de ingreso que no se los da nadie, de subsistencia, y que desafortunadamente son los que van a ir a la cárcel y a los verdaderos narcotraficantes jamás los van a tocar.

“No la justifico”, aclara, “pero muchas veces la necesidad de estas personas hacen que caigan en actividades delictivas; sé de muchos casos de mujeres que han sido contratadas como burreras, por ganarse mil, dos mil pesos para darle de comer a sus hijos y que ni siquiera saben qué tipo de encargo están llevando”.

La pobreza es, para Gálvez Ruiz, un tema que debe estar en la agenda de la clase política y de la empresarial. Por ética.

En su agenda está involucrarse en causas ciudadanas, como la lucha por las candidaturas independientes y el Aeropuerto de Monterrey, que ya está cerca.

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